Capítulo 9: DE LA OBEDIENCIA Y SUJECIÓN

OBEDIENCIA Y SUMISIÓN
 
Cosa muy valiosa es estar sujetos, vivir sometidos a un superior y no disponer de sí mismos. Es más seguro obedecer que mandar. Muchos están sometidos más por fuerza que por amor y por eso sufren y critican con toda imprudencia. Jamás llegarán a la libertad de espíritu si su sumisión no procede de lo profundo del corazón y si no está arraigada en Dios. Aunque tú andes de un lado para otro, no hallarás paz sino en la humilde sujeción de un superior que te guie. El soñar continuamente el cambio de lugar ha engañado a muchos. Es verdad que cada uno prefiere obrar a su antojo y que elige las personas que opinan como él. Pero, si queremos que Dios esté entre nosotros, es necesario abandonar a veces nuestro parecer por amor a la paz. ¿Hay persona tan docta que lo sepa todo? No debes, pues, confiar demasiado en tus impresiones, sino escuchar atentamente también la opinión de los demás. Aunque tu punto de vista fuera exacto, si, por amor a Dios, lo abandonas para seguir el ajeno, sacarás mucho provecho para tu alma. Con frecuencia he oído decir que escuchar y aceptar un consejo es más seguro que darlo. También puede suceder que el parecer propio sea bueno; sin embargo, el no querer rendirse a la legitimidad de los argumentos del prójimo cuando la razonabilidad o la evidencia lo exija, es una señal de soberbia y testarudez.

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