Capítulo 7: QUE SE HA DE HUIR LA VANA ESPERANZA Y LA SOBERBIA

COMO HUIR DE LA VANA ESPERANZA Y DEL ORGULLO
 
Insensato es aquel que pone su esperanza en los hombres o en las demás criaturas. No te avergüences de estar sometido a otros por amor a Jesucristo o parecer pobre en este mundo. No confies en tus fuerzas, más pon tu esperanza en Dios. Haz todo lo que puedas y Dios ayudará tu buena voluntad, No confies en tu saber ni en la astucia de cualquier otro hombre, sino en la gracia de Dios que asiste a los humildes y abate a los soberbios. No te enaltezcas por las riquezas, si las tienes, ni por las amistades, aunque sean influyentes; tu gloria sea Dios que da todas las cosas y sobre todas ellas quiere darse a si mismo. No te enorgullezcas por la hermosura del cuerpo que puede perderse o afearse por una pequeña enfermedad. No seas soberbio por tu habilidad o talento para no desagradar a Dios al cual pertenece todo lo que de bueno te dio la naturaleza. No te estimes mejor que otros para que no seas, quizá, considerado peor ante Dios que sabe lo que hay en el hombre (cfr. Jn 2, 25). No te enaltezcas por tus buenas obras porque los juicios humanos son muy distintos de los de Dios, al cual, muchas veces, desagrada lo que a los hombres agrada. Si algo bueno tuvieres, para conservar la humildad, piensa que otros son mejores. No hay nada malo en considerarte por debajo de todos, muy dañino, en vez, es anteponerte aunque fuera a una sola persona. En el humilde hay paz indefectible y en el corazón del soberbio continua envidia e inquietud.

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