Capítulo 4: PRUDENCIA EN LAS ACCIONES

No hay que prestar fe a todo lo que oímos o a toda sugerencia. Al contrario: cada cosa debe ser examinada ante Dios con prudencia y magnanimidad de alma. Muy a menudo pensamos y hablamos mal del prójimo, en vez de pensar y hablar bien. Así es nuestra miseria. Pero los varones perfectos no creen a la ligera todo lo que se les dice porque conocen la debilidad humana, propensa a la maledicencia у aficionada a la murmuración. Gran sabiduria es no ser precipitado en el obrar, ni tercamente agarrado a las propias impresiones. Gran sabiduría es, además, no creer todo lo que cuenta la gente y en seguida, relatar a los demás cuanto hemos oído y creido. Prefiere hacerte guiar por un hombre mejor que tú y no caminar en pos de tu parecer. Antes de obrar toma consejo de persona prudente y de recta conciencia. La vida virtuosa hace al hombre sabio según el espíritu de Dios y experimentado en muchos asuntos. Cuanto más intimamente humilde y obediente a Dios sea uno, tanto más será prudente y medido en todos sus actos.

P° de la Castellana 79, Madrid, 28046
Todos los derechos reservados 2020
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar