CAPÍTULO 17: LA VIDA RELIGIOSA

LA VIDA RELIGIOSA
Si quieres vivir en armonía y en concordia con otros, conviene que aprendas a vencer tu voluntad. No es fácil residir en un monasterio o en una congregación y vivir sin quejas y perseverar fielmente hasta la muerte. Bienaventurado el que allí vive en paz, porque acabará felizmente. Si deseas perseverar en tu deber y progresar en el bien, considerate como desterrado y peregrino sobre la tierra. Si quieres llevar vida religiosa, conviene que te hagas simple por Cristo.
El hábito y la tonsura no ayudan mucho. El cambio de costumbres y la total mortificación de las pasiones forman al verdadero religioso.
El que busca algo fuera de Dios y de la salvación de su alma no hallará sino tribulación y dolor.
No puede, además, vivir por mucho tiempo en paz el que no procure ser el más pequeño y sumiso a todos.
Viniste a servir, no a mandar. Convéncete que fuiste llamado a sufrir y a trabajar, no a pasar la vida en ocio y en habladurías. Como el oro se prueba en el crisol, aquí es
donde se templan a los hombres. Aquí nadie puede mantenerse firme si, por amor a Dios, no se habrá humillado en lo más íntimo de su corazón.