CAPÍTULO 15: DE LAS OBRAS HECHAS POR CARIDAD

OBRAS CUMPLIDAS POR AMOR
1. Por ningún motivo del mundo ni por amor a nadie se debe hacer el mal, pero, para ayudar a un necesitado, a veces se puede interrumpir la obra buena o
sustituirla por otra mejor. De esta manera no se deja de obrar el bien, sino que se cambia por algo mejor. De nada ayuda la acción externa sin caridad; al contrario, todo lo que se hace por amor, por pequeño e insignificante que sea, se vuelve meritorio. Dios pondera mas las intenciones con que se ejecutan las cosas que lo que se realiza.
Mucho hace el que ama mucho, mucho hace el que todo lo hace bien. Obra bien el que trabaja más en favor de la comunidad que para el provecho personal.
EVITAR EL AMOR PROPIO
2. Muchas veces parece caridad lo que en realidad es amor propio, porque en nuestras obras raramente se hallan ausentes la inclinación natural, la voluntad propia, la esperanza de recompensa y el sentimiento de comodidad.
El que tenga una verdadera y perfecta caridad no se busca a sí mismo en ninguna cosa, más bien desea que en todo se realice la voluntad de Dios. A nadie envidia quien no persigue el propio deleite, ni desea satisfacciones personales porque, sobre todo otro bien, desea la felicidad en Dios. A nadie atribuye algún bien, porque todo lo refiere
a Dios, del cual, como de su fuente, manan todas las cosas, y en quien, como en su fin, todos los santos descansan en paz. Sí, si tuvieras una chispa de verdadera caridad experimentarias que todo lo que hay sobre esta tierra es mera
vanidad.