CAPÍTULO 12 : DEL PROVECHO DE LAS ADVERSIDADES

UTILIDAD DE LAS ADVERSIDADES.
 
Es cosa buena para nosotros encontrar, de
vez en cuando, dificultades y contrariedades porque hacen que el hombre recapacite sobre sí mismo y, en lo más intimo, comprenda que es un desterrado y que su
esperanza no debe fundamentarse en ninguna cosa de este mundo. Es bueno, a veces, padecer contradicciones y que la gente
nos juzgue mal e injustamente aunque nuestras acciones sean buenas y rectas las intenciones. Todo esto nos ayuda a ser
humildes y nos aparta de la vanagloria. Entonces, cuando los hombres en nuestro derredor nos desprecien y nos difamen,
con mayor razón apelaremos al juicio de Dios.
El hombre debería afirmarse de tal manera en
Dios que no le fuera necesario buscar muchos consuelos humanos. Cuando una persona de buena voluntad sufre tribulaciones o tentaciones, o es afligida por malos pensamientos, entonces mayormente experimenta la ayuda de Dios y constata que sin el nada de bueno puede llevar a cabo.
Y se entristece, llora y ruega por las miserias que sobrelleva, le fastidia la vida y desea la muerte (cfr. 2Cor 1.8) para ser desatada del cuerpo y estar con Cristo (cfr. Flp 1, 23). Entonces también comprende que en el mundo no puede existir serenidad completa ni paz perfecta.

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